Saint Seiya Kingdoms Power | Lost Canvas
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l. Buda's Reincarnation

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Mensaje  Original_Sin Jue Nov 11, 2010 2:15 am

Asmita de Virgo (乙女座のアスミタ, Barugo no Asumita)

l. Buda's Reincarnation 275px-Asmita_profile

Es el Santo de Oro de Virgo durante la Guerra Santa contra Hades del Siglo XVIII, narrada en Saint Seiya: The Lost Canvas. Asmita es considerado uno de los Santos más poderosos de su generación, siendo conocido como el «hombre más cercano a un dios». Este apelativo, al igual que su aspecto físico, gran parte de su personalidad y técnicas de combate serían heredados por su reencarnación en el siglo XX, Shaka de Virgo.

Apariencia.

Asmita tiene el aspecto de un hombre joven alto y delgado, de tez blanca y pelo rubio claro, que se extiende hasta más allá de su espalda, a excepción de unos pocos mechones más cortos que caen hasta su pecho. El flequillo de su frente oculta un pequeño círculo que tiene tatuado en su frente a la misma distancia de sus ojos, que según las tradiciones hinduista y budista representa al tercer ojo, focalizado en el chakra Ajna. Asmita mantiene la mayor parte del tiempo los ojos cerrados debido a que es ciego (principal diferencia entre éste y Shaka, su posterior reencarnación, que cierra los ojos para mejorar su concentración y contener su cosmos). No obstante, Asmita llega a abrir los ojos cuando adquiere el don de la vista, poco antes de desaparecer, y se confirma que éstos son del mismo color azul claro que comparte con Shaka.

Al igual que la mayor parte de los Santos de Atenea a lo largo de la serie, la única vestimenta que se ha visto llevar a Asmita ha sido su propia Cloth, que en su caso es una de las más poderosas y resistentes, al pertenecer al selecto grupo de los Santos de Oro. La Cloth de Virgo incluye un casco que Asmita sólo ha lucido mientras ha permanecido en el Templo de la Virgen, en el Santuario, mientras se encuentra inmerso en sus meditaciones y viajes espirituales. Debajo de su Armadura, se puede ver que las ropas que cubren las piernas de Asmita son de color ocre, de la misma tonalidad que llevaría Shaka siglos después.


Personalidad.


De entre todos los Santos de Atenea, Asmita es considerado uno de los más enigmáticos y desconocidos, de tal forma que incluso los otros Santos de Oro lo tratan con suspicacia, sin llegar a confiar plenamente en él. El propio Aldebarán de Tauro llegó a reconocer que Asmita no le caía bien y llegaba a dudar de su fidelidad hacia Atenea, al haber traído al Santuario unas creencias religiosas extrañas y por encerrarse en su templo a meditar en lugar de presentar combate a las fuerzas de Hades. Realmente, Asmita aprecia la soledad y es un personaje reservado que marca las distancias con los otros Santos, aunque las veces que se le ha visto relacionarse con sus colegas se ha mostrado amistoso y muy perceptivo hacia ellos. De hecho, y pese a que la participación de Virgo en la serie ha sido reducida en comparación a otros Santos, sus acciones han impactado profundamente en el desarrollo psicológico de las personas con las que más ha interaccionado.
Según comentó Atenea, la principal razón por la que Asmita de Virgo se muestra introvertido, escéptico e incluso afligido es a consecuencia de su ceguera, que como contrapartida le permite sentir muchas cosas que están vedadas al resto de la gente[3]. De forma análoga a Shaka de Virgo, Asmita, su anterior reencarnación, se muestra muy sensible hacia el dolor que sufre el mundo, su falta de misericordia y la confusión y el dolor reinantes en él, que hacen que desconfíe de todas las personas y se sienta obligado a ponerlas a prueba para despejar todas sus dudas.


Biografía.

La traición de Aspros


Dos años antes del apogeo de la Guerra Santa entre Hades y Atenea relatada en The Lost Canvas, el Santo de Oro Aspros de Géminis traiciona al Santuario y planea el asesinato del Patriarca Sage, impulsado por los celos al saber que éste había designado como sucesor Sisyphos de Sagitario y no a él. Para minimizar sospechas, Aspros ejecuta sobre su hermano gemelo, Defteros, su técnica de control mental, el Genrōmaōken, y lo envía a presencia de Sage. El Patriarca ya está prevenido y detiene con calma el puño de Defteros. Esto hace que Aspros se muestre y se ofrezca a acabar con su hermano gemelo, rogándole al Patriarca que vuelva la espalda para que no contemple el fratricidio. Sage accede, ocasión que Aspros trata de aprovechar para golpearle. Es en ese preciso instante en que se ve obligado a intervenir Asmita de Virgo, a quien Sage había hecho llamar al sospechar de las intenciones del Santo de Géminis. Con una barrera protectora, Asmita protege a Sage y, lamentando que alguien como Aspros haya caído tan bajo, se dispone a iniciar una Batalla de los Mil Días contra él.

Aspros repele el ataque de Asmita al interponer a Defteros entre ambos y diciéndole que él no va a ser su rival, sino que lo será su hermano gemelo. Sage le pide a Virgo que se ocupe de Defteros mientras él contiene a Aspros, siendo entonces cuando Asmita comprende por qué se le ha asignado esta tarea. Por medio de su técnica Tenpōrin'in Asmita entra en la torturada mente de Defteros, ve su verdadera personalidad y disipa todas sus dudas. Al hacerle saber Asmita que, en cierta forma, también él es responsable de la traición de su hermano y de que sólo él puede hacer que las diferencias entre ambos dejen de existir, Defteros ataca a Aspros perforándole el pecho con sus propias manos y liberándose así del Genrōmaōken. Antes de morir, Aspros comprende el por qué era tan necesaria la presencia de Asmita, ya que él era el único capaz de poder hacer entrar en razón a su gemelo, y al poco de realizarse a sí mismo el Genrōmaōken jura a los presentes que volverá y accederá al trono del Patriarca que le había sido negado.


Los frutos del Mokurenji

La primera aparición de Asmita en el eje central de la serie se produce durante la búsqueda de los frutos del árbol Mokurenji, cuando el Santo de Virgo aparece ante Tenma de Pegaso en la Séptima Prisión del Inframundo atravesando la cascada de sangre sobre la cual se alza el árbol considerado el único ser vivo de aquel lugar. Aunque el cuerpo de Asmita se encuentra en el Santuario, al haberse sumido en una profunda meditación y por medio de su enorme cosmos el Santo de Oro ha trasladado su espíritu frente a Tenma y ha paralizado en el tiempo a sus acompañantes, Yato y Yuzuriha, para que nadie sea testigo de su encuentro. Al percibir la presencia de Tenma, Asmita afirma sentirse decepcionado ante él, a quien no duda en llamar "insecto", y se pregunta a sí mismo si Atenea ha perdido la cordura y si quizás la razón en esta Guerra Santa esté del lado de Hades. Tenma se enfurece al creer que Asmita está dispuesto a traicionar a Atenea y le lanza su técnica Pegasus Ryūseiken, que el Santo de Oro repele sin ningún problema mediante el despliegue de su cosmos.

Utilizando el Tenma Kōfuku, Asmita lanza al Santo de Pegaso hacia el lago de sangre y le revela, ante su incredulidad, que el Santo de Pegaso está estrechamente ligado a Hades desde tiempos mitológicos y ha sido el único que ha llegado a herir al dios del Inframundo, lo que le convierte en un hereje, un pecador y el gran enemigo de los dioses. Tenma se niega a escuchar a Asmita y trata de volver a atacarle, pero de nuevo sus golpes no llegan a impactar sobre su contrincante. Como respuesta, Asmita vuelve a concentrar su cosmos hasta que Tenma llega a ver tras él una enorme figura de Buda que le hace pensar que el Santo de Virgo también es un dios. Asmita le responde que él tan sólo es un viajero en busca de la Verdad, y que por ello mismo desea saber cuáles son sus motivaciones. Tenma dice que, como Santo de Atenea, el lucha por la Paz en la Tierra, justificación que Asmita considera muy pobre a la vez que opina que Hades tiene razón al tratar de sembrar la muerte en el mundo, pues éste se ha convertido en un lugar injusto, implacable y lleno de sufrimiento. Mediante su técnica Rikudō Rinne, Asmita se propone enviar a Tenma a uno de los seis mundos existentes según la filosofía budista, y en el mundo de los dioses le muestra una visión de la lucha del cuerpo mitológico de Hades contra el Santo de Pegaso de la era mitológica.

Tenma no quiere creer que su destino y los de Alone y Sasha ya estén escritos y, seguro de que la promesa que hicieron los tres en el pasado evitará que en esta época se repita el resultado de anteriores Guerras Santas, vuelve a lanzar sus meteoros a Asmita. Éste vuelve a detener el ataque, esboza una media sonrisa y alaba la fortaleza del corazón de Tenma abandonando la postura del loto y poniéndose de pie. Tras ello, Asmita lanza la técnica más poderosa con la que cuenta un Santo de Virgo, el Tenbu Hōrin, con la cual comienza a retirar los sentidos de Tenma a la vez que le pregunta si los motivos de su lucha son el afán de combatir, el instinto de supervivencia o las vidas de sus seres queridos. Asmita retira los cinco sentidos a Tenma y, antes de que elimine también su pensamiento, hace ver en el interior de su mente que, al igual que ha acabado con su consciencia, también lo hará con la vida de Atenea. La visión de Asmita asesinando a Sasha hace reaccionar a Tenma con una ira inusitada, permitiéndole desplegar su cosmos y alcanzar durante un breve instante el Séptimo Sentido, gracias al cual logra llegar hasta Asmita y golpearle. En ese preciso instante, Asmita desaparece y se desvela que Virgo no se encontraba físicamente en aquel lugar. El cuerpo que ha atacado Tenma con todas sus fuerzas ha sido el árbol Mokurenji, que deja caer sus frutos antes de romperse en mil pedazos. Haciendo resonar su voz en los oídos de Tenma, Asmita acaba reconociendo el valor de la lógica de Pegaso y le dice que recoja 108 frutos y los lleve al viejo Maestro de Jamir.

El espíritu de Asmita regresa del Inframundo al Santuario y, tras haber abandonado su meditación, el Santo de Virgo habla con Sasha bajo la estatua de Atenea. Allí, Asmita se disculpa ante la diosa por haber sido rudo en algunas ocasiones con ella, a consecuencia de las muchas desgracias que hay en el mundo y le confirma que ha conocido a Tenma en el Inframundo, habiéndole parecido un joven estúpido y emocional, pero en definitiva dotado de una gran humanidad. Al ver que Sasha se tambalea debido al enorme esfuerzo que le supone mantener activa una barrera en torno al Santuario que impida la resurrección de los Espectros de Hades que más se acercaron a sus límites, Asmita le hace una petición que es eventualmente concedida. De regreso al Templo de la Virgen, Asmita habla con Dohko de Libra y también le dice que ha conocido a Tenma, su discípulo. Dohko sigue mostrándose cauteloso ante el misterioso Santo de Virgo, pero al oír sus palabras le pregunta adónde va y quién es en realidad. Con una sonrisa, Asmita se vuelve hacia él y le dice que, simplemente, es el Santo de Virgo y se dirige hacia el lugar al que todos los Santos van.

Al poco de llegar Tenma y sus amigos a Jamir con los 108 frutos recogidos del Mokurenji, aparece Asmita y con su Tenma Kōfuku mata a los cinco Espectros comandados por Edward de Sílfide. El Maestro de Jamir explica a los jóvenes guerreros que los frutos del Mokurenji pueden convertirse en un instrumento capaz de sellar las almas de los 108 Espectros de Hades e impedir que regresen a la vida continuamente, algo totalmente imprescindible para poder salir victoriosos de la Guerra Santa. Asmita había dado con la existencia del Mokurenji y las posibilidades que éste ofrecía gracias a haber enviado su espíritu al Inframundo. Además, por ser el único Santo de Atenea capaz de elevar su cosmos hasta más allá del Séptimo Sentido, sólo Virgo podría llegar a completar la transformación de los frutos en un arma que sellase las almas de las huestes de Hades, razón por la que había ido a Jamir. Asmita ofrece sin reparos su sangre a Tenma para que la Cloth de Pegaso sea reparada, afirmando que ya no la necesitará más. Gracias a ello, tanto Tenma como Yato y Yuzuriha pueden combatir con Edward y los demás Espectros que han renacido y atacan Jamir hasta que Asmita eleva su cosmos hasta límites insospechados y lo vierte en un rosario Mala de 108 cuentas formadas por los frutos del Mokurenji con el que logran sellarse las almas de los Espectros que mueran, impidiendo que vuelvan a resucitar.

Con sus técnicas más poderosas, Asmita mata definitivamente a los Espectros que luchaban con el grupo de Tenma, tras lo cual su cuerpo comienza a desvanecerse. Antes de desaparecer por completo, Asmita puede ver con sus propios ojos a Tenma y al mundo, apreciando que el primero es más joven de lo que pensaba, y que en el segundo debe existir no sólo sufrimiento, sino también alegría. De esta forma, el Santo de Virgo sacrifica todo su cosmos y a sí mismo consiguiendo a cambio evitar que vuelvan a resucitar los Espectros de Hades, y como recordatorio de su valerosa acción queda el rosario budista cuyas cuentas cambian de color según van muriendo los guerreros al servicio del dios del Inframundo. Este mismo rosario sería el que mostraría unos 250 años después la reencarnación de Asmita, Shaka de Virgo.
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